Buenos Aires Económico, 07-07-2010.-
Una forma de entender mejor la crisis económico-financiera que vive el mundo actualmente es hacerlo a través de un análisis histórico-comparativo. Es decir, comparando sus causas y sus formas con las que históricamente originaron y experimentaron otras crisis. Puede aducirse que las tecnologías, sobre todo las de las comunicaciones y las de la información, han avanzado muchísimo en los últimos ochenta años.
Sin embargo, las estructuras básicas del capitalismo permanecen y funcionan de manera parecida. Si las operaciones especulativas son hoy mucho más sofisticadas y extensas, en el fondo adoptan esquemas del pasado. De modo que resulta útil comparar la crisis actual con la de 1929, la más importante que tuvo hasta ahora el capitalismo, aun para aquellos que piensan que los aspectos que aproximan a ambas son menores que los que las diferencian. Intentemos ese ejercicio:
1. Las dos crisis comienzan en los Estados Unidos, el corazón del sistema capitalista, y rápidamente se mundializan. En su origen y repercusiones tienen coincidencias.
2. Tanto en la economía mundial de los años ’20 como en la primera década de este siglo hay un predominio del pensamiento económico ortodoxo (ahora neoliberal).
3. Si hoy hablamos de un régimen de acumulación basado en el capital financiero o de que la economía mundial está influenciada fuertemente por las finanzas, los mercados tuvieron también un alto grado de incidencia en el crac del ’29. En los años previos se asistió (como antes de la crisis reciente) a una sobrevaluación de títulos y acciones de empresas mediante artificios especulativos. También, como ocurrió actualmente, los movimientos internacionales de capital, totalmente liberalizados y atraídos por altas e irreales tasas de ganancias, contribuyeron a incrementar la inestabilidad del sistema.
4. En los dos casos hubo fuertes crisis bancarias con la quiebra de numerosos establecimientos financieros.
5. Teniendo en cuenta diferencias tecnológicas y de sofisticación, algunos de los principales instrumentos de especulación actuales ya estaban presentes en 1929. Las sociedades de inversión de aquella época tienen cierto paralelismo con los fondos especulativos existentes hoy. Los tipos y modalidades de las actividades especulativas son parecidos (como el esquema Ponzi utilizado por Bernard Madoff, según el cual una operación fraudulenta de inversión puede continuar mediante nuevos endeudamientos). También la existencia de paraísos fiscales y la especulación en el negocio inmobiliario caracterizan, en distintas medidas, ambas épocas (con la diferencia de que actualmente ese negocio estuvo potenciado por los créditos hipotecarios subprime).
6. Tanto en un caso como en el otro las burbujas especulativas se originan en el mal funcionamiento de la economía real. En el ’29 hay una evidente crisis de sobreproducción (o una insuficiencia de la demanda efectiva si lo vemos desde un punto de vista keynesiano). La economía del siglo XXI padece un problema similar que permanece semioculto hasta el estallido de 2007 por el endeudamiento excesivo de gobiernos e individuos.
7. Ambas se relacionan con procesos de largo plazo. El origen de la crisis reciente debe rastrearse a fines de la década del ’60 y comienzos de la década del ’70, con la crisis del dólar y el aumento de los precios del petróleo. La crisis de 1929 fue también el desenlace de un proceso muy extenso de reestructuración de la economía mundial que se inicia con el Tratado de Versalles de 1919 y abarca más de tres décadas.
8. Los directores de la Reserva Federal de 1929 fueron criticados como responsables directos del crac bursátil y de sus consecuencias por su pasividad ante el hecho y sus reacciones tardías. Al igual que ellos, en 2007 los dirigentes de las principales instituciones financieras estadounidenses no previeron la crisis, empezando por el presidente de la Reserva Federal, durante casi veinte años (hasta 2006), Alan Greenspan, quien creía que los mecanismos de libre competencia eran eficaces y que con el solo manejo de las tasas de interés podía mantenerse controlado el sistema financiero.
9. En los Estados Unidos la desigualdad de ingresos de los años previos al crac de 1929 era semejante a la que existe actualmente, resultado de políticas en muchos aspectos similares. Según Krugman, en 1920 el 10% de la población, la de mayores ingresos, percibía el 43,6% de la renta nacional; en 2005 ese 10% detentaba casi exactamente lo mismo, el 44,3% de la renta. En cuanto al 1% de los más ricos para ambos períodos su participación era para esos años de 17,3% y 17,4% respectivamente.
10. Las coyunturas específicas fueron más disímiles. Los precios de las materias primas estaban cayendo ya desde mediados de la década del ’20 (ahora subieron precediendo a la crisis para luego disminuir); las políticas de altos aranceles empujaban a represalias de otros países (ahora el proteccionismo tiene la forma de subsidios y existen la OMC y los bloques comerciales). Tampoco existían en 1929 organismos financieros internacionales como en la actualidad (aunque esos organismos no cumplieron función alguna y el salvataje financiero debieron hacerlo los distintos gobiernos), ni en muchos países bancos centrales. Por supuesto, la base tecnológica y productiva, así como el grado de mundialización de la economía, son muy diferentes. Otra diferencia es que en el ’29 se derrumba definitivamente el sistema de patrón cambio oro. Ahora no se observa todavía una salida a los problemas del sistema monetario internacional.
11. Una posible semejanza a nivel geopolítico es que en el período de entreguerras se produjo una crisis de hegemonía: Gran Bretaña estaba en decadencia pero seguía siendo un centro financiero importante, los Estados Unidos no querían o no podían asumir todavía un rol de liderazgo. Ahora Washington tiene ese rol que es contestado, por la debilidad de su propia economía, tanto por otros centros de poder como por países emergentes. ¿Se abre una situación parecida, al menos sobre el plano económico? La crisis actual demuestra, de todos modos, que la existencia de una potencia hegemónica tampoco garantiza la estabilidad del sistema.
12. En cuanto a sus consecuencias, Eichengreen y O’Rourke, un economista norteamericano y otro irlandés, han realizado una comparación estadística de los indicadores de la economía mundial que muestra que en muchos aspectos la crisis reciente no produjo en sus inicios efectos menores que la de 1929. Con este propósito tomaron un índice de 100 para junio de 1929 y abril de 2008 (considerados puntos pico) y demostraron que la declinación del producto industrial, del mercado mundial de valores, del volumen del comercio exterior y de otros indicadores más desagregados, como la caída de las industrias europeas y no europeas, fue semejante o mayor para los nueve meses siguientes a las fechas indicadas en 2008 que en 1929.
Es bueno, en cualquier caso, volver a estudiar comparativamente el pasado para darnos cuenta de que la montaña rusa tiene siempre, cualquiera sea su diseño, el mismo punto de partida y de llegada. La diferencia reside en lo vertiginoso de sus subidas y bajadas.
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Mario Rapoport es economista y doctor en historia. Su especialidad son las Relaciones Internacionales e Integración Regional. Se desempeña actualmente como Director del Instituto de Investigaciones de Historia Económica y Social de la UBA y es investigador principal del Conicet. Con más de 14 libros publicados, desde 1991 dirige la revista CICLOS en la historia, la economía y la sociedad. Integra el Plan Fenix de la UBA, siendo miembro del grupo de fundadores.
Entre sus libros se pueden destacan:Historia económica, política y social de la Argentina; Política y diplomacia en la Argentina: ¿aliados o neutrales?; La Argentina frente a la Segunda Guerra Mundial; Economía e historia. Contribuciones a la historia económica argentina; Estados Unidos y el Peronismo; Globalización, integración e identidad nacional; y Cono Sur, Una historia común.
martes, 13 de julio de 2010
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